Obras y la despedida de Infame
Era abril de 2005. Cromañon todavía estaba muy latente y Cemento ya no funcionaba más. Todas las semanas cerraban un lugar nuevo y Obras era
uno de los pocos habilitados. Quizás por ser un estadio, tal vez por la
chapa de mítico que le habían dado los años. Lo real es que la escena under desaparecería
por casi una década, y los únicos beneficiados fueron los bolicheros
que alquilaban sus lugares por sumas que sólo las bandas grandes podían
sostener.
Babasónicos seguía con la racha ganadora que el nuevo milenio le preparó: el enorme éxito que supo generar Jessico (2001) fue superado por su sucesor, el disco que evocaba a la ochentosa serie Fama en su tapa, Infame,
editado en 2003. Gracias a este último, sus recitales fueron cada vez
más multitudinarios, las giras por México más extensas, y hasta se les
abrió una pequeña puerta para tocar en el Viejo Continente. Además, el
álbum fue editado en varios países de habla hispana, y les dio varias
estatuillas de los Premios Gardel, incluyendo el de Oro, allá por el año 2004.
Una porción de la locura
Ese primer lustro del siglo XXI les daba varios
motivos para festejar, ya que había llegado la hora de jugar en las
grandes ligas. Con un largo recorrido encima, mucha experiencia y un
nuevo mote de popularidad a cuestas, lo de “banda de culto” quedaba atrás.
El sábado 9 de abril de 2005 fue la última fecha de
las tres pautadas (las anteriores habían sido el jueves 7 y el viernes
8). Como suele pasar, en el estadio de la Avenida del Libertador, por su
cercanía al río, la noche comenzó una ráfaga fría, que para nada pudo
frenar la cola que esperaba por entrar a Obras. La misma señora que
ofrecia prendedores a $ 1 en los recitales alternativos, se cansó de
vender junto a sus hijas.
Pasadas las 20, el telonero de esa jornada, el siempre babasónico Carca, salió a escena para hacer un set bien rockero. Las canciones de hasta entonces su último disco, Divino (2003),
fueron las que dominaron la lista, en la que intercaló canciones de sus
trabajos publicados durante los 90. El punto más alto del show fue la
sorpresiva aparición de Andrés Calamaro, con quien
había hecho contacto cuando ambos vivían en España. La canción hecha por
los dos para Divino, “Cursis” y una estupenda versión de “Nubes
Negras”, se llevaron los aplausos del Obras, además de las sonrisas por
estar invitado el ex Abuelos de la Nada, que hacía un tiempo largo que
no se presentaba en la ciudad de la furia.
Un rato después y vestidos de negro, los Babasónicos
subieron al escenario, con “Once”, de Infame, a la cabeza. El estado
últra rockero siguió con temas como la metalera “Seis Vírgenes
Descalzas”, de Babasónica (1997) y “Sin Mi Diablo”.
“¿Te acordás, Gabo?”, soltó un cómplice y sonriente Adrián Dárgelos a Gabriel Manelli, antes que el bajista se despache con una línea de graves que estremeció Obras, para que sonara “Estertor”. Los temas pasaban, y Jessico e Infame eran los más mimados de la noche. Canciones como “Putita”, “Y qué”, “Curtis”, “Suturno” y “Rubí” subieron la temperatura de las parejas que se hicieron presentes esa noche.
Promediando el recital, el multifunción Diego Uma tomó la voz líder y, acompañado por el guitarrista Mariano Roger Sónico y
Gabo, interpretó “Casualidad”. Una década más tarde usarían la misma
táctica para la grabación (y posterior gira presentación) de Impuesto de Fé (2015), el álbum que registraron en la Ciudad de México, en un programa para televisión.
“Irresponsables” pusó a todo Obras a sus pies, el hit que más sonó por esos años. El potente “El Médium” fue el único paso por Dopádromo (1996),
seguida por la intensa “Los Calientes” y la versión a dúo de Mariano y
Adrián de “El Ringo”, que se llevó los gritos de decenas de mujeres que,
entre “te amo” y “te amo” hacia los dos músicos, perdieron sus cuerdas
vocales.
El final de la primera etapa del show fue a pura
diversión: “Pistero”, Pendejo” y “Risa”, último corte de Infame, fue de
los más coreados de la noche.
Minutos después, volvieron para hacer los bises al
compás de “La puntita”. La siguiente fue un nuevo paseo por su pasado
heavy, que generó una linda ronda de pogo: “Egocripta”. La última que
sonó fue “Deléctrico”, que convirtió al Templo Rock en una gran pista de
baile y dejó a todos (transpirados pero) con ganas de seguir en estado
de trance.
En total, fueron trece canciones (sólo faltó “Mareo”)
con las que Babasónicos despidió Infame. La otra mitad de la lista se
repartió en temas del resto de su discografía. Terminado ese show, la
banda comandada por Adrian Dárgelos tenía una misión difícil por
delante: editar algo que sorprenda después de tanto éxito. Si bien
muchos pensaron que el súmmum había llegado y que el porvenir del grupo
era incierto, la edición de Anoche les traería más éxitos, críticas excelentes y les dio un cierre perfecto a ese tridente iniciado con Jessico.
A dos años de su último show eléctrico en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, la banda vuelvo con localidades agotadas. La
cita es otra vez en Obras, al sitio que le cambiaron el nombre por el de
una gaseosa y al mismo que decidieron cerrar. Pero ahora, el estadio le
confesó a los oriundos de Lanús que los extraña, que los quiere ver y
sólo les pidió una cosa: “¡Trae a casa mi rock n‘ roll!”.
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Publicada en Revista El Bondi:
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