miércoles, 12 de septiembre de 2018

Entrevista a Daniel Melero (10 de Febrero de 2018)

Daniel Melero: "La música tiene que ser un vehículo de libertad" 

Al ritmo de Cristales de Tiempo, su última placa editada en vinilo, Daniel Melero se presenta este jueves 15 en La Tangente. Antes, habló con El Bondi sobre su presente, su forma de trabajo y su visión sobre la escena Indie.



Los cristales de tiempo fueron presentados hace muy pocos años como una nueva forma de materia. De esta manera, llegaron para refutar toda idea o ley previa, con pruebas y argumentos. Casi como sinónimo de ellos, el músico y productor Daniel Melero siempre se las ingenió para demostrarle a los más clásicos que para hacer música, no hace falta tener instrumentos, sino simplemente buenas ideas y llevarlas a cabo. Con buena onda y sinceridad, el músico cuenta en este mano a mano con Revista El Bondi cómo es el mundo Melero de hoy.

-¿Cómo nace "Cristales de Tiempo"?

-Siendo sincero, fui a grabar la primera sesión del disco, cuando mi esposa llegó a casa y le mostré el material que había hecho con la guitarra, y me ordenó: “Andá a grabar” (risas). En términos musicales, la primera impresión que tuve del álbum fue una vez que me encontraba solo en el estudio con una guitarra acústica y una pequeña caja de ritmos. Tenía además, ideas de un par de temas, la letra de uno y algunas frases dispersas que con el tiempo fueron parte de las letras. Por supuesto que hubo cosas que no sucedieron en la grabación inicial, sino que se dieron en las siguientes sesiones y con las ideas de otros, particularmente de Yuliano (Yul Acri), como “Mujeres de fuego” y  “Arquetipos”, en los que colaboró en la composición y la producción de todos los temas, y encajó muy bien con el labor de toda la banda. El disco también tiene la particularidad de que lo fuimos armando a través de conversaciones vía emails o telefónicas, muy largas y tendidas, en las que debatíamos sobre frases que les habían resultado interesantes a cada uno de las integrantes de la banda. Tal es así que en una de esas charlas, Yul me dio el nombre de la canción fundamental del álbum, "Viaje Peligroso".

-¿Textos de quién por ejemplo?
- Propios, o encontradas on line, en un libro o en una fotografía. Todas cosas que ... cómo te puedo explicar... (piensa un rato) ¡No le mostrarías a nadie! (risas)

-Este nuevo disco cuenta con la misma formación que te acompaña desde hace un tiempo, ¿cómo es para Daniel Melero trabajar en forma en conjunta por tanto tiempo, siendo alguien que acostumbraba a trabajar individualmente?
-Me siento muy conectado con todos. Es algo hermoso porque, si bien somos las mismas personas, también somos mutantes. Muchas veces me siento un administrador de ideas porque soy el que tiene el empuje para hacer las cosas y entrar a grabar. Pero después, la deriva de todos es maravillosa: uno recuerda un sonido de batería que había quedado descartado y lo incluye, otro tiene un error en un ensayo que termina dándole originalidad al sonido. Todos suman esos nuevos caminos que no son ideas sino intenciones ocultas.

-¿Cómo fue la elección del nombre del álbum?
-Soy de tener anotados muchos proyectos con títulos de discos o emblemas con los que se puede trabajar. Todas palabras o conjuntos de ellas icónicas. Cuando hicimos Atlas, tenía anotado sobre el nombre, Cristales de Tiempo, pero lo que terminó siendo mi disco anterior, poco se parecía a eso. Sobre esta nueva teoría, venía leyendo desde hacía un tiempo largo, que tiene toda esa reinterpretación de la ciencia que tanto me gusta a hacer, y que viene a romper con las leyes, para demostrar que siempre son equívocas. Todo esto hizo que pudiera trabajar líricamente sobre unas especies de aberraciones sintácticas, simplemente por el movimiento temporal de las oraciones. Fíjate que podés encontrar en el disco hasta una locución, que no tiene sentido si nos queremos aferrar a la idea de “presente, pasado y futuro”. De todas maneras, yo creo en el presente continuo que afortunadamente es inasible. Y veo que en estos quiebres de la ciencia, emerge el arte como respuesta, aunque sea científica la postura.

-El disco también tiene paisajes que suenan a muchos discos de tu discografía por momentos, ya sea Conga (1988), Cámara (1991), Travesti (1994), Rocío (1996) Vaquero (2001), pero a su vez tiene un sonido nuevo, ¿sentís que así como los cristales de tiempo rompen las leyes de la física, tu nuevo álbum representa un quiebre en tu discografía?
-Trabajé en muchos discos y participé de invitado en tantos otros más, y ya no me propongo cambiar, ni hacer o no hacer tal cosa. Prefiero ser víctima del sonido, y no buscar un escapismo de las cosas que he hecho: las asumo y forman parte de un trampolín que me lleva hacia un lugar distinto. Si bien todo depende del salto que uno haga para ver como se sumerge en las cosas, ya no existe en mí esa histeria o ese amor/odio con mi disco anterior, como tampoco me digo que no quiero hacer algo porque ya no me interesa, sino que me puse compasivo con la personita interna que tengo a la hora de componer. Sin ir más lejos, me amigué con varios de mis álbumes gracias a la mirada que me dieron los artistas que trabajan conmigo. Antes pensaba que los discos terminaban cuando los editaba, pero ahora volví a escuchar varios trabajos míos anteriores, y ¡siento que resisto el archivo! (Risas)

-Otra particularidad que tiene el disco, es que en Argentina fue editado en plataformas digitales y en vinilo, ¿por qué elegiste este formato?
-Si bien en otros países fue editado en CD, hoy en día es inviable en este país y me pareció más rentable editarlo en vinilo. Como objeto, el CD tiene el mismo valor que un pin que te comprás a la salida de un show. Y si bien tanto el vinilo como el disco compacto son de otra era de la reproducción, el vinilo tiene ese valor agregado que es, por un lado el desgaste, porque nunca va a sonar igual que la primera vez y la caja se va a ir ajando, demostrando la historia que tuviste con este objeto, y, por otro, marca la voluntad de querer seguir escuchándolo, ya que para saber cómo sigue el disco, hay que levantarse e ir a darlo vuelta. Eso el CD no lo tiene.

-Siendo alguien relacionado con la modernidad, ¿qué sentís al ver volver al vinilo cómo formato de reproducción?
-No es un tema que me interese demasiado. La música ya es un objeto muy usado, que a veces se parece al empapelado de las paredes, y depende cual elegiste, parecería que te define qué sonido tenés para el resto de tu vida. El gran público escucha canciones más que álbumes enteros. No me parece realmente que tenga ese valor añadido de un mejor sonido que se le quiere dar, sino más bien, se trata de una cuestión de usos. Yo no discrimino al mp3, de hecho, me encanta. Pero creo que esa fascinación que apareció ahora por el vinilo es porque religiones se crean todo el tiempo alrededor de cualquier cosa. ¡Vas a ver que pronto va a aparecer la del MP3!

- Y vos vas a estar sacando un disco sobre eso…
-Seguramente. Es más, ¡ya lo hice! (Risas) Pero realmente siento que la música es mucho más linda que una religión con valores rígidos. Tiene que ser un vehículo de libertad.

-Siguiendo en un plano retro, el año pasado el sello El Libertador, editó un trabajo tributo a Los Encargados, ¿cómo lo tomaste?
-Me hace sentir muy halagado. Me encantó ver las versiones y las visiones que tenían los otros artistas en relaciones a las originales. Sigue siendo un halago enorme.

- Estás grabando nuevamente con Carlos Cutaia (ex Pescado Rabioso y La Máquina de Hacer Pájaros) con quien ya trabajaste en dos discos Carlos Cutaia Orquesta (1985) y Cutaia-Melero (2014), ¿cómo es grabar con alguien como él?
-Siento que tenemos conversaciones muy interesantes y que la música termina siendo una consecuencia. Son divertidos los aspectos que tienen las charlas. Ojalá que eso se trasladase al proyecto que estamos grabando, que ni siquiera sé si va a ser un disco. Quizás termine siendo una experiencia personal que quede guardada para nosotros dos. Aunque no es solamente con estas grabaciones, te podría decir que tengo muchas cosas grabadas que no terminan siendo editadas por un montón de factores distintos. Siento que un disco o cada canción que uno da a conocer es una opinión del artista, y quizás por el contexto o por la controversia que podría generar no se publica. Lo que si te puedo asegurar es que las grabaciones son espontaneas y marcan el momento en que las grabamos, por eso las dejamos así. Si las hubiésemos retocado, en caso de tener magia, la hubiesen perdido.

-También estás trabajando en un proyecto electrónico con Diego Tuñon (tecladista de Babasónicos), ¿tiene fecha de publicación?
-Eso está grabado y dentro de poco tiempo va a estar sonando en un sitio web internacional que se dará a conocer en estos días. Diego está súper sumergido sobre el tema porque está a cargo de la parte ejecutiva del proyecto. Fue un trabajo muy largo que iniciamos en 2014. El disco es de una gama de sencillez y opulencia electrónica. Cuenta con la simpleza de performance pianística y de exuberancia electrónica, y termina siendo muy abarcativo.

-El fenómeno de las bandas indie es la nueva revelación dentro de la escena nacional, ¿cuál es tu visión sobre estos grupos?
-Si una banda es indie, seguro que no me interesa. El indie para mí es la sala de espera del mainstream. No se trata mucho más que eso. Me interesa la independencia musical que pueda tener una persona, un compositor, un grupo, o lo que sea. La originalidad no existe, pero sí una visión o una perspectiva de lo que se quiere decir, y de cómo se quiere sonar. Para mí, lo indie es un estándar. Y a lo estándar, alcanza con escuchar al que lo inventó. Además, es una forma de catalogar indie a cosas que no lo son, y que tampoco han llegado al mainstream. Lo que sí veo es que es muy difícil tener un grupo hoy, quizás por eso, yo tenga uno. Siento que son poco interesantes las bandas, porque hace muchos años atrás eran como un secreto y verlos crecer con una idea, tenía una sensación especial. A comparación de eso, sólo ratifica al rock en su choza.

-Hablaste de que es muy difícil tener una banda hoy en día, pero ¿cuál es tu preparación y composición para generar por lo menos un disco por año ya sea de forma solista o trabajando en conjunto?
-No me lo planteo, pero siento que estoy muy bien estimulado. Mi manera de pensar es un lugar aburrido pero es muy bueno administrando la información que tengo junto con las grandes ideas que tienen otros. Además, tengo la suerte de estar muy bien rodeado táctica y estratégicamente (risas).

-Por último, ¿cómo preparás el show en La Tangente?
-No me siento cómodo estando siempre en el mismo lugar, y cada ensayo de Cristales de Tiempo con la banda, entendemos que no queremos que sea un clon en vivo de lo que suena el álbum, entonces lo modificamos para que sea un monstruo diferente. Además, estamos preparando canciones que jamás hemos tocado, sumando visuales distintas a las que veníamos usando. Queremos que todo suene a nuevo, a hoy, como si no existiese la historia, como si los temas se presentasen por primera vez ese mismo día.

*Foto: gentileza prensa/Rodrigo Ottaviano

*Jueves 15 en La Tangente, Honduras 5317. A las 21.

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Publicada en Revista El Bondi:

Babasónicos - Estadio Obras Sanitarias - 07 de Abril de 2018

 Templo eléctrico 


¡Trae a casa mi Rock ‘N Roll! Trece años después, Babasónicos volvió a Obras, con un doblete a lleno total, para repasar su discografía.
 

El fin de semana había llegado a Buenos Aires cargado de chubascos y humedad. Aunque eso no opacó para nada los dos shows de Babasónicos en el Templo del Rock, después de trece años y en su retorno al formato eléctrico. Tal es así que las entradas para ambas fechas se agotaron, y ya desde temprano en las inmediaciones del estadio, se escuchaba a algunos fanáticos rogando que apareciera una reventa salvadora.

La gente entraba en masa y, con el correr de los minutos, Obras comenzaba a llenarse pero también a generar ese calor tan típico (y rockero) que lo caracteriza. Los stands que se encontraban en distintos sectores del estadio se llenaban de gente comprando remeras o la versión en muñeco de cada uno de los integrantes de la banda (mención especial al muñeco gigante del vocalista Adrián Dárgelos, que con su metro ochenta, fue la gran atracción en la previa del show).

Pasados curenta minutos de las 21, las luces de Obras se apagaron y sobre la pantalla, el edificio Crown Hall (diseñado por el arquitecto Ludwig Mies van der Rohe y sede de la Universidad de Arquitectura de Illinois, Chicago) sirvió de fondo de las primeras canciones del set sónico que comenzó con “Tormento”,  de A Propósito (2011), “Suturno” e “Y qué”, de Infame (2003). Para éstas dos últimas, los juegos de luces azules se complementaban bien con la sexualidad latente que tienen las letras de estas canciones. Algo similar sucedió más adelante, cuando al interpretar el doblete “Los Calientes” y “Fizz” -ambas de Jessico (2001)- se utilizaron luces rojas para generar el mismo efecto.

“Nos estamos superando”, decía un arrogante Dárgelos, barbudo y de chaleco, antes de interpretar “Desfachatados” y una versión muy power de “Pendejo”, que desató los saltos de varios presentes. La simpática “El ídolo”, con unos coros del siempre amigo Carca, y “Flora y Fauno” hicieron que el cantante despliegue toda su personalidad (y su buen estado físico) sobre el escenario, yendo de un lado a otro y hasta interactuando con las populares de costado, que tiene el estadio de Avenida del Libertador.

El momento más duro y salvaje del recital llegó cuando sonaron los primeros acordes de “Estoy rabioso”, editada en Mucho (2008), con un autódromo de fondo. La versión no sólo voló pelucas por la distorsión de la guitarra, sino que además generó un ambiente muy enérgico entre los músicos. La cruda “Once” sirvió de antesala a uno de los puntos más excéntricos de la noche: “Calmática”. La versión fue un poco más tranquila que la original que se encuentra en Dopádromo (1996) pero es una de las que mejor define la historia sonora de la banda, ya que el tema pasa por un montón de estados y géneros, en tan sólo (casi) cinco minutos. Para darle un cierre al set distorsionado, sonó “Fiesta Popular”, que con imágenes de protestas y manifestaciones, logró despertar en la gente el famoso cántico popular en contra del gobierno nacional.

El dúo en voces entre el guitarrista Mariano Domínguez y el multinstrumentista Diego Uma interpretaron la melosa “Curtis”, para que Dárgelos descansara un poco la voz. Enseguida, la electrónica avasalló sobre el Templo del Rock, y “Monga Nunca” (canción editada bajo el nombre de BBS, el proyecto electrónico de la banda) trajo un lado B impensado. Y para seguir en sintonía de baile frenético, la súper coreada “Microdancing” sonó desde el escenario, acompañada de la coreografía de los hermanos Rodríguez.

“Supongamos que son mi pueblo y los voy a liberar… ¡Sumemos a todos los freaks que quedan!”, dijo Dárgelos, en un tono de profeta alternativo, antes de interpretar “La Lanza”. El rescatado “Fans de Scorpions” (hacía trece años que lo habían tocado por última vez, casualmente en el último Obras) y “Putita” fueron los últimos dos temas de Infame que interpretaron, el álbum que más repasaron. Para el final de la primera parte, el tridente “Carismático”, “Yegua” y “El Colmo”, del disco Anoche (2005), le dieron un cierre muy hitero.

Luego de un impasse de cinco minutos, el punteo de la guitarra avisaba que “Confundismo” era la elegida para abrir el bis. El clásico “Patinador sagrado” sonó para mimar un poco a los fans más viejos, y la violencia de “Así se habla”, le dio un cierre potente a una lista que repasó casi toda su discografía. Sólo quedaba tiempo para saludar al público, ver como se despedían y el “Babasónicos” en la pantalla del fondo, quedaba prendido para mostrar que habían conquistado el templo, una vez más.

Aunque muchos esperaban algún tema nuevo, en la semana ya habían avisado en distintos medios que preferían no hacerlo y dejarlo para más adelante. Lo cierto es que la presentación sónica fue un repaso a su discografía y, si bien tuvo algunos momentos de sus primeros años, la atención recaló en sus discos más exitosos, editados en este siglo XXI. Para agosto, vuelven a Obras, con fechas a confirmar pero presentando su nueva placa, que sale a mitad de año. Lo que sí, este doblete de shows agotados les demostró que a la gente le gusta verlos rockear y, sobre todo, disfrutar esas puestas de escena que tienen sus conciertos, que guiadas por la visión del arquitecto Sergio Lacroix, hacen que un simple recital de Rock, sea más bien un espectáculo.

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Publicada en Revista El Bondi:

Nota de Archivo dedicada a las fechas en Obras que realizó Babasónicos para despedir su disco "Infame" (24 de Marzo de 2018)

Obras y la despedida de Infame

Babasónicos vuelve al Estadio Obras después de trece años, y desde Revista El Bondi te contamos cómo fue aquel último recital en el Templo del Rock.


Era abril de 2005. Cromañon todavía estaba muy latente y Cemento ya no funcionaba más. Todas las semanas cerraban un lugar nuevo y Obras era uno de los pocos habilitados. Quizás por ser un estadio, tal vez por la chapa de mítico que le habían dado los años. Lo real es que la escena under desaparecería por casi una década, y los únicos beneficiados fueron los bolicheros que alquilaban sus lugares por sumas que sólo las bandas grandes podían sostener.

Babasónicos seguía con la racha ganadora que el nuevo milenio le preparó: el enorme éxito que supo generar Jessico (2001) fue superado por su sucesor, el disco que evocaba a la ochentosa serie Fama en su tapa, Infame, editado en 2003. Gracias a este último, sus recitales fueron cada vez más multitudinarios, las giras por México más extensas, y hasta se les abrió una pequeña puerta para tocar en el Viejo Continente. Además, el álbum fue editado en varios países de habla hispana, y les dio varias estatuillas de los Premios Gardel, incluyendo el de Oro, allá por el año 2004.

Sin embargo, no todo era color de rosa en el mundo sónico. Mientras el LP estaba en pleno auge, el bajista Gabriel Gabo” Manelli fue diagnosticado con la enfermedad de Hodgkin, a causa de un linfoma maligno. En 2008, luego de una larga lucha, el músico falleció.


Una porción de la locura
Ese primer lustro del siglo XXI les daba varios motivos para festejar, ya que había llegado la hora de jugar en las grandes ligas. Con un largo recorrido encima, mucha experiencia y un nuevo mote de popularidad a cuestas, lo de “banda de culto” quedaba atrás.

El sábado 9 de abril de 2005 fue la última fecha de las tres pautadas (las anteriores habían sido el jueves 7 y el viernes 8). Como suele pasar, en el estadio de la Avenida del Libertador, por su cercanía al río, la noche comenzó una ráfaga fría, que para nada pudo frenar la cola que esperaba por entrar a Obras. La misma señora que ofrecia prendedores a $ 1 en los recitales alternativos, se cansó de vender junto a sus hijas.

Pasadas las 20, el telonero de esa jornada, el siempre babasónico Carca, salió a escena para hacer un set bien rockero. Las canciones de hasta entonces su último disco, Divino (2003), fueron las que dominaron la lista, en la que intercaló canciones de sus trabajos publicados durante los 90. El punto más alto del show fue la sorpresiva aparición de Andrés Calamaro, con quien había hecho contacto cuando ambos vivían en España. La canción hecha por los dos para Divino, “Cursis” y una estupenda versión de “Nubes Negras”, se llevaron los aplausos del Obras, además de las sonrisas por estar invitado el ex Abuelos de la Nada, que hacía un tiempo largo que no se presentaba en la ciudad de la furia.

Un rato después y vestidos de negro, los Babasónicos subieron al escenario, con “Once”, de Infame, a la cabeza. El estado últra rockero siguió con temas como la metalera “Seis Vírgenes Descalzas”, de Babasónica (1997) y “Sin Mi Diablo”.


¿Te acordás, Gabo?”, soltó un cómplice y sonriente Adrián Dárgelos a Gabriel Manelli, antes que el bajista se despache con una línea de graves que estremeció Obras, para que sonara “Estertor”. Los temas pasaban, y Jessico e Infame eran los más mimados de la noche. Canciones como “Putita”, “Y qué”, “Curtis”, “Suturno” y “Rubí” subieron la temperatura de las parejas que se hicieron presentes esa noche.

Promediando el recital, el multifunción Diego Uma tomó la voz líder y, acompañado por el guitarrista Mariano Roger Sónico y Gabo, interpretó “Casualidad”. Una década más tarde usarían la misma táctica para la grabación (y posterior gira presentación) de Impuesto de Fé (2015), el álbum que registraron en la Ciudad de México, en un programa para televisión.

“Irresponsables” pusó a todo Obras a sus pies, el hit que más sonó por esos años. El potente “El Médium” fue el único paso por Dopádromo (1996), seguida por la intensa “Los Calientes” y la versión a dúo de Mariano y Adrián de “El Ringo”, que se llevó los gritos de decenas de mujeres que, entre “te amo” y “te amo” hacia los dos músicos, perdieron sus cuerdas vocales.

El final de la primera etapa del show fue a pura diversión: “Pistero”, Pendejo” y “Risa”, último corte de Infame, fue de los más coreados de la noche.

Minutos después, volvieron para hacer los bises al compás de “La puntita”. La siguiente fue un nuevo paseo por su pasado heavy, que generó una linda ronda de pogo: “Egocripta”. La última que sonó fue “Deléctrico”, que convirtió al Templo Rock en una gran pista de baile y dejó a todos (transpirados pero) con ganas de seguir en estado de trance.


En total, fueron trece canciones (sólo faltó “Mareo”) con las que Babasónicos despidió Infame. La otra mitad de la lista se repartió en temas del resto de su discografía. Terminado ese show, la banda comandada por Adrian Dárgelos tenía una misión difícil por delante: editar algo que sorprenda después de tanto éxito. Si bien muchos pensaron que el súmmum había llegado y que el porvenir del grupo era incierto, la edición de Anoche les traería más éxitos, críticas excelentes y les dio un cierre perfecto a ese tridente iniciado con Jessico.

A dos años de su último show eléctrico en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la banda vuelvo con localidades agotadas. La cita es otra vez en Obras, al sitio que le cambiaron el nombre por el de una gaseosa y al mismo que decidieron cerrar. Pero ahora, el estadio le confesó a los oriundos de Lanús que los extraña, que los quiere ver y sólo les pidió una cosa: “¡Trae a casa mi rock n‘ roll!”.

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Publicada en Revista El Bondi:

Cosquín Rock México - Calle 2, Zapopan, Guadalajara - 09 de Junio de 2018

¡No dejes que llueva!

Se celebró la edición 2018 del Cosquín Rock mexicano con mucha presencia argentina y una tormenta eléctrica que sorprendió al calor, obligando a que las últimas bandas toquen al día siguiente y dejando al público sin la posibilidad de ver a Babasónicos y Attaque 77.



Cuando el calor azotaba los cuerpos y la música cumplía con todas sus expectativas, una sorpresiva tormenta eléctrica convirtió todo en calabaza y los sets de los artistas que cerraban el festival debieron posponerse para el día siguiente. Eso sí, ya no tocaron las bandas argentinas que faltaban.

Día 1: Viento dile a la lluvia.

Guadalajara se encontraba un tanto convulsionada con tanta juventud dando vueltas. A pesar del calor intenso que se jacta de tener esta zona en ésta época del año, las remeras negras invadían la zona del Calle 2, una especie de Tecnópolis mexicano.

Desde temprano, bandas como Gondwana, Kapanga y Turf estuvieron calentando los motores y a los primeros curiosos que se acercaron, quienes a las 16.30 disfrutaron de Ciro y los Persas. En Argentina sería impensado que el ex líder de Los Piojos suba tan temprano, pero en México tiene un pequeño séquito de fans que quedaron más que complacidos con varios hits de su etapa solista.

En el escenario Dulces Vero, los locales Vaquero Negro hicieron una presentación muy destacable, a pura fuerza y destreza, concretando uno de los mejores sets de todo el Cosquin Rock México.
Las Pastillas del Abuelo arrancaron en el escenario principal apenas terminó Ciro. Mucha energía, un setlist pegadizo y dejando el sonido rioplatense de la década pasada en alto, para que No Te Va Gustar siga demostrando su buen presente. Los (casi todos) uruguayos dieron un show conciso pero contundente. Por esa razón, los varios fans que se acercaron a Guadalajara le dieron su aprobación a la presentación festivalera de NTVG.

En otro escenario, el ska reggae de los Afro Brothers puso a la gente a bailar y a festejar todos los temas de la banda. Mientras tanto, una nube negra asomaba con bravura. Y al fin, cuando en el escenario Cosquin Rock MX sonaron los primeros acordes de los mexicanos de Porter, una balacera de agua comenzó a caer desde el cielo, obligándolos a retirarse del escenario.


En el medio del predio, una carpa gigante supo ser el aguantadero rockero para soportar la lluvia y el constante granizo que invadía la zona, y también para esperar una respuesta de cómo iba a seguir el festival.

La gente le puso mucha onda al mal clima dentro de la carpa. Hacían sonidos para intentar echar la lluvia, cantaban canciones de rock o populares mexicanas, hacían pogo y, sobre todo, llenaron de dinero a los vendedores de cerveza que como "cocaleros", giraban con sus vasos de litro de cerveza Corona (auspiciaba el festival) arriba de sus cabezas.

Toda daba a entender que se suspendería. Las pantallas de los escenarios empezaron a romperse debido a la fuerza de los vientos y varios stages estaban completamente mojados, deambulando entre las inundadas zonas cercanas a los escenarios, poniendo así en riesgo sus vidas. Los rumores de suspensión fueron confirmados más de dos horas después por el personal encargado del control.

"Mucha policía, poca diversión", cantaba Eskorbuto, casi como una predicción. Así fue como fuerzas locales, estatales y nacionales se metieron dentro del predio y sacaron a la gente que se había quedado esperando, de una manera tan poca ortodoxa, como también lo había sido el cacheo de la entrada. Algo innecesario con el clima hostil que se vivía.

La salida fue un tanto caótica. La lluvia y el frío no cesaron pasada la medianoche y varios lugares cercanos habían quedado sin luz. Una obra hidráulica anexa complicó una de las salidas del festival, y algunos colectivos y taxis optaban por no parar. Cuando alguno paraba, la mejor opción era salir rápido hacia un lugar más céntrico, ya que la zona se había convertido en una boca de lobo.


Día 2: Sale el sol y no te puedo encontrar...

La ciudad que acobija al equipo de las Chivas amaneció con mucho calor, como si el día anterior no hubiera existido. La noche anterior, las redes sociales anunciaron que el festival se completaría el domingo desde la media mañana, pero sólo con bandas mexicanas (o casi todas): Inspector, Molotov, Porter, Mon Laferte y Maldita Vecindad.

Sí. Dos de los platos fuertes argentos (Babasónicos y Attaque 77) no se presentarían. Por lo que se supo después fue por una cuestión de logística, vuelos y traslados. Si bien causó mucha tristeza en los fanáticos, Attaque 77 prometió volver poco antes de fin de año, mientras que Babasónicos visitará varias ciudades del norte mexicano a fin de este mes.

El predio abrió las puertas a las 10, y una hora después los Inspector ya estaban sobre el escenario haciendo de las suyas. A las 12 bien puntual subieron los eternos Molotov. Con su rock salvaje y sus letras combativas, siguen vigentes y siendo uno de los máximos exponentes de su país. No pasaron por alto las elecciones del próximo 1 de julio en el país ni de la gente que muere a diario por cruzar la frontera. Por eso, canciones como "Gimme the power" y "Frijolero", además de ser clásicos, fueron contados por todos los presentes de una manera pasional.


A su término, Porter se tomó revancha de la noche anterior y puso primera en su recital con canciones muy al estilo Zoé (una de las bandas más convocantes) pero más experimentales. La penúltima en la grilla fue Mon Laferte, la Amy Winehouse chileno-mexicana. Junto con su banda, fue la favorita de la troupe femenina (nunca se cansaron de acompañar cada una de sus canciones). Además, se llevó los aplausos y halagos de toda la masa presente, porque rockeó como nadie y se comió el escenario. Y para no perder su personalidad simpáticamente provocadora, el palazzo fue para el cordobés organizador del evento: "Me encanta el festival pero... ¿Por qué una sola mujer en el escenario? En México hay muchísimas mujeres que cantan muy lindo". Lo dijo apenas comenzado el show y lo repitió sobre el final. Girl power.

El final del festival llegó de la mano de Maldita Vecindad. En las dos jornadas, sus fanáticos hicieron sentir la localiza con sus remeras paseando por el predio. La primera parte del show estuvo dedicada a El Circo (1991), un disco clave de la banda, que ya tiene más de 25 años. Con su fusión de géneros, hizo bailar y armar unas lindas rondas de pogos, previo a unas corridas en círculos.

Sobre el escenario, Roco, el cantante de la banda, explicó cada una de las canciones y le dedicó varias de ellas, a los 43 estudiantes desaparecidos durante el Gobierno de turno. Además, un grupo circense echaba fuego, tragaba sables o bailaba en zancos, según la canción. El tramo final del show tuvo un mix de canciones de todas las épocas de la banda.

La salida fue mucho más tranquila que el día anterior, y la lluvia dio tiempo para que el evento terminara. Una hora después, Guadalajara sufrió otra tormenta terrible que dejó parte de la ciudad inundada y con granizo decorando de blanco todas las veredas, por la cantidad que cayó. Horas después se supo que era un huracán que azotaba desde el océano Pacífico, y traía sus consecuencias a la Ciudad.


El segundo Cosquin Rock MX tuvo sus complicaciones y dejó con un sabor amargo a parte del público por la ausencia de dos bandas consagradas como Babasonicos y Attaque 77. El cambio de fecha  (el anterior había sido en febrero) para la época de lluvias le jugó una mala pasada a la organización, que de todas maneras, se las arregló para darle un buen cierre al festival nacido en la ciudad que lleva su nombre, en la provincia argentina de Córdoba.

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Publicada en Revista El Bondi:

Lee Ranaldo - Teatro Margarita Xirgu - 20 de Diciembre de 2017

Viaje Sideral 

¡Sonic King! El eterno Lee Ranaldo pasó por el teatro Margarita Xirgu presentando Electrim Trim, y poco importó que haya sido en formato acústico: él llevó de viaje a las mentes de los presentes con su sello indeleble.


Otra semana de caos en Buenos Aires. Marchas, manifestaciones, barricadas policiales y ruidazos de cacerolas en distintos barrios porteños eran, en conjunto, el reflejo del rechazo total ante las reformas políticas antipopulares, que se habían convertido en ley el lunes pasado. Como no podía ser de otra manera, previo a su show, Lee Ranaldo dejó en claro sus ideales y participó de las mismas, mostrando posteriormente en sus redes sociales, el rechazo ante las nuevas medidas tomadas.

La noche del miércoles mostraba a San Telmo, con ese clima que lo caracteriza últimamente, donde cualquier día se puede encontrar algo para hacer. En la puerta del Xirgu, para las 22 ya había personas que esperaban poder entrar, algo que sucedió una hora después ya que todo se retrasó.

Dentro del recinto, entre cervezas y charlas, la gente empezó a comprar todas las rarezas que el stand del artista norteamericano mostraba y a esperar por Dedés, el dúo telonero de la noche.  A las 23 en punto, subió solamente al escenario el guitarrista y cantante Mati Fernández,  ya que todo estaba preparado para un show acústico y en solitario de Ranaldo. Fernández presentó varias canciones del EP No sos el único así (2014) y del larga duración Los Reflejos (2016), destacándose “Raro” y “Saque número”, entre la gente. Entre canciones nuevas y agradecimientos por el espacio, esta banda nueva del circuito indie mostró en algo más de media hora, que tiene repertorio para seguir dando que hablar.

Poco antes de las 23.40, se hizo silencio en la sala y Lee Ranaldo subió al escenario inmerso en una gran bola de ruido, para interpretar “Moroccan Mountains”, la canción que abre Electrim Trim, su último disco. Tal como en el disco, el segundo tema fue “Uncle Skeleton”, dónde cambió la guitarra por una azul, y se despachó con una versión por demás interesante.

Mientras el neoyorquino saludó a los presentes, tomó un vaso de vino y agradeció el hecho de que lo hayan ido a ver, empezaron los acordes de “Circular (Right as Rain)”, una de las mejores canciones de la noche y que si bien no tuvo la línea de bajo que se destaca en la versión original, el juego de luces azules sobre el escenario fueron un buen complemento.





La canción que le dio nombre al disco, “Electrim Trim” fue otro gran punto de la noche, que terminó con un Ranaldo tocando parado, algo poseído.  Le siguió “Let’s Start again”, donde por un momento fue puro efectos y dejó a todos más que excitados, mientras él sonreía sin parar.

Cuando el músico fue un poco hacia atrás, con “Off the wall”, se ganó la ovación fuerte de toda la sala. Y seguido, “New thing”, donde el mismo se encargó de dedicarla a internet y sus “malos usos”.

Ya llegando al final de la noche, llegó el turno de “Last Looks” y de una súper voladísima versión de “Thrown Over The Wall”, dónde los pedales hicieron su labor y Lee Ranaldo tocaba la guitarra con el arco de un violín. En esta canción, el músico interactuaba con el público e incitaba a que se descargasen, mientras la música sonaba en pleno viaje astral. Todo terminó con los fans gritando “Macri gato” y con una ovación de todos los presentes. Ranaldo, mientras, le pegaba con el arco al cuerpo de la guitarra, se retiró del escenario entre aplausos.

El ex Sonic Youth volvió a las tablas para hacer sonar con su guitarra el cover que no podía faltar: “Revolution Blues”, de Neil Young. Así, con una versión súper personal y atrevida, se retiró del escenario, aplaudido por todos.




Lee Ranaldo lo hizo de nuevo: presentó su nueva placa de forma oficial, en un formato distinto, completamente solo, y marcando la diferencia. Su último trabajo en un excelente disco que, sin duda alguna, es uno de los mejores del 2017. Entre todo lo malo que suele ser diciembre para los argentinos, que el guitarrista haya pasado por el país, es un gran regalo de navidad. ¡Qué bueno que la juventud sónica es eterna!

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Entrevista a Hernán "Vala" Valente y Eduardo Graziadei, de Cadena Perpetua, previo a su show en Obras Sanitarias (09 de Diciembre de 2017)

Hernán Valente: "El rock se merecía que Obras esté abierto"

Diez años después, el trío vuelve al Templo.


Como si fueran dos niños hablando de caramelos, el bajista Eduardo "Edu" Graziadei y el cantante y guitarrista Hernán "Vala" Valente comentan cómo viven su vuelta al mítico estadio Obras Sanitarias, diez años después de su debut. Cargados de amistad, amor, esfuerzo y trabajo en equipo, repiten la historia, pero esta vez junto a los rosarinos de Bulldog. De Villa Del Parque para todo el mundo, Cadena Perpetua.

-Vuelen a Obras, ¿cómo los trata el regreso?
Hernán Valente: -Es algo mágico. Después de tanto tiempo, volver es todo un privilegio. Nosotros creíamos que nunca más iba a abrirse y nos daba un poco de tristeza, sobre todo por esa gente que no había tenido la oportunidad de conocerlo. Todo show que se haga ahí se convierte en memorable, y que Cadena tenga la oportunidad de retornar es genial.

-¿Cuáles son esos shows que vivieron en Templo del rock y más los marcaron?
HV: -Desde los Ramones y Los Violadores hasta U.K. SubsDie Toten Hosen, y la gira que trajo a los Sex Pistols. El rock se merecía que Obras esté abierto.
Eduardo Graziadei: -Ojalá que esté abierto por mucho tiempo más y se puedan seguir haciendo cosas geniales. Tiene una historia terrible y pasaron muchos artistas de renombre.


-¿Qué preparan puntualmente para el domingo?
EG: -Tocaremos alrededor de las 22. Si bien el show va a ser algo más reducido por una cuestión de tiempo, ya que compartimos escenario con Bulldog, haremos una lista donde repasaremos todos nuestros discos.

-Además del Obras, este año publicaron una película, No mires al cielo. ¿Cómo surge la idea?

HV: -En primer lugar, por las ganas de tener algún registro de nuestro debut en el Luna Park -en 2015-, para que eso no se pierda. Después, el director, Martin Metlikovec, decidió que no sólo quede registro del recital en un DVD, sino que fuera algo más interesante, y para que así la gente pudiera tener un poco más de información sobre nosotros. Además, la banda ya tiene editado dos registros en vivo, uno de nuestro primer ObrasCadena Perpetua en Obras (2008) y otro en el Malvinas Argentinas, cuando presentamos Plaga (2010), que salió bajo el nombre de Plaga & Circo (2015).

EG: -Ya habíamos hecho una prueba de este formato, con las “Crónicas” que subíamos a nuestras redes sociales, hace algunos años. De esto también se encargó Martín, que estuvo casi tres años grabándonos por todos los puntos del país. Esos cortos le dieron el pie para hacer la película. Además, al ser un amigo, tenía un montón de material inédito. Pero lo más importante era tener registro del Luna. Ese 15 de noviembre, de 2015, fue un día lleno de emociones.


-Como si fuera poco, se dieron el lujo de presentar el documental también un 15 de noviembre
EG: -¡Sí! Fue una noche muy linda. Además, (el periodista) Juan Di Natale se copó con nosotros y fue el presentador oficial del documental. Muchos nos putearon porque la presentamos un miércoles, pero bueno, se dio así y, además, ese día ¡la entrada sale la mitad! (risas).

-¿A qué responde el título elegido?
HV: -Si bien dimos vueltas con un par, siento que el nombre simplificaba un montón de cosas que relatamos en la película. Es un pensamiento en común que tenemos nosotros. Hay que hacerlo con nuestras manos y cabezas. Esa es la manera de ser de Cadena: juntarnos, planear algo y llevarlo a cabo. Creer en nosotros mismos.

-Otra particularidad que tiene el documental es la canción hasta ese momento inédita, “25 años”, que habla sobre toda su carrera, ¿la hicieron especialmente para el film?
EG: -No, pero de alguna manera los 25 años del grupo me influenciaron para hacerla. Si bien ya tenía una musiquita armada, se me dio por escribir la letra. Cuando se la mostré a los chicos, la mejoramos hasta que quedó la versión final. Es un resumen muy chiquito de todo lo que vivimos.
HV: -Además, nos vino como anillo al dedo, porque estábamos terminando de editar la película y nos pareció lo mejor para finalizarla.

-Y el 2018, ¿cómo viene para la banda?
HV: -Toda la energía la tenemos puesta en hacer un álbum nuevo. Queremos arrancar el año con el disco bajo el brazo.

*Domingo 10 en el estadio Obras Sanitarias, Avenida Libertador 7395. A las 19. Junto a Bulldog.


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Mariana Bianchini - Usina del Arte - 13 de Mayo de 2018

Crema Rusa

Rock fuerte, bailarinas y actuación. Mariana Bianchini presentó oficialmente Matrioska en la Usina del Arte y todo fue una locura hermosa. ¡Rock teatral!



Después de varias semanas de lluvia, humedad y cielos grisáceos, el frío aterrizó en Buenos Aires, sin escalas. El domingo 13 en el barrio de La Boca, a metros del Río, se sentía muchísimo más. Sin embargo, nada podía opacar las ganas del público de visitar la Usina del Arte, para ver la presentación de Matrioska, el último trabajo de estudio de Mariana Bianchini.

La previa estuvo a cargo de un ruido a tormenta que sonaba real dentro del auditorio principal del lugar. Cuando las luces se apagaron, una voz en off en ruso hablaba intensamente y lo único que se podía distinguir al final del audio que se repetía, era el nombre de la artista. Mientras que los músicos que la acompañan salieron al tablero de ajedrez gigante que sirvió de escena, de la ex integrante de Panza, sólo se podía ver su sombra detrás de un cuadro de tela. Desde allí, entonó toda la canción “Sumo”, que tuvo para el final a una Bianchini cantando con un paraguas (o mejor dicho, su sombra), para después salir y mostrarse al público con un vestido rojo y una pollera del mismo color, que terminó dejando sobre el escenario. 

Una intro larga le da lugar a “La Sra del Kiosko”, una canción que contiene, por un lado, distintos sonidos de guitarra, que si bien parecen capas distintas, Sergio  Álvarez tiene el don para convertilos en algo uniforme. Por otro, una línea de bajo que comanda Camila Beszkin, que perturba sanamente los oídos. El siguiente tema fue “Espejo Negro”, con un estribillo power pop, súper alto. Para las últimas estrofas de la canción, todo quedó a oscuras, los lentes que poseía la cantante se encendieron con un rojo furioso, y un juego de luces sobre el escenario arrancó los primeros aplausos fuertes de la noche.

Todo el set de canciones transcurría mientras, en el escenario, un grupo de bailarinas y una ayudante “todo terreno” se paseaba por el escenario con un carrito de supermercado, decorando según indicaba la canción. Asi fue que cuando sonó el segundo corte de Matrioska, “La policía de la armonía,” todo fue pura energía: la gente, los músicos y Bianchini, que junto a las bailarinas, se mandó una muy buena coreografía.


“Voy a tomar con estilo”, dijo Mariana Bianchini entre risas, antes de interpretar “Hermana Gemela”, de  Informes desde Villa Estruendo (2015), su libro/canción editado hace unos años. Mientras suena una de las letras más profundas, el ambiente se pone oscuro y la ex Panza simula tomar el té con su ayudante, La gente aplaude la actuación, que involucra a varias de las personalidades de la artista.

Los teclados de Caro Caratti invaden la sala, previos a “Inundación”, y la furia desgarradora de Mariana Bianchini la hacen cantar tirada en el suelo “Nuestra cama no es tan grande para vos, mi contractura y yo”,  de “Contracto Matrimonial”.

Se vuelve todo oscuro otra vez, y suenan los acordes de “Súper Chica”, mientras Bianchini canta con dos alas que le asoman de la espalda. La escenografía contiene piezas de ajedrez se mueven por todo el escenario, y la guitarra de Álvarez, vuelve a hacer de las suyas, mientras el bajo suena de forma sideral.

La más festejada de la noche fue sin dudas “Dra. Ketamina”, el primer corte de difusión del disco. El video del tema es muy particular, y las mismas enfermeras que son parte del mismo, fueron parte de la presentación oficial de Matrioska. Toda la venganza que contiene la canción fue llevada a tal extremo, que hasta gente del público subió para ser “cortado y tratado mal”, por una Bianchini “despechada”.


Para el tramo final, se despacharon con una canción nueva llamada “El blues de Matrioska”, seguida por “Un amor de película”, un tema con muchos aires ceratianos. “Ruta al infinito”, con un bajo y la batería de Lulo Isod, que se complementaron bien con la letra en la que la cantante promete portarse muy mal. El último capítulo de la noche fue “Oficina de objetos perdidos”, con su clima pesado, pero digno de un final teatral, en donde la cantante volvía a las sombras, como en el comienzo.

En poco más de una hora, Mariana Bianchini hizo todo lo que quiso en la Usina del Arte. Montó una obra de teatro con una banda de rock sonando al ritmo de distintas historias y personalidades femeninas. Hoy en día no es algo común ver esto en artistas locales, y que la ex Panza tenga esa visión para fusionar el arte, es digno de destacar.

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Entrevista a Mariana Bianchini, previo a la presentación de "Matrioska" (13 de Mayo de 2018)

Mariana Bianchini: "Ahora me alcanza con hacer lo que quiero"

La cantante exhibe sus múltiples personalidades en su nuevo y ambicioso trabajo, Matrioska.


Sentada en un banco de madera, que decora la puerta de una carnicería en el barrio de Palermo, Mariana Bianchini se ríe, disfruta de la tarde otoñal y habla sobre la grabación de su nuevo trabajo, las múltiples personalidades que lo definen, las locuras en sus presentaciones y la (fugaz) vuelta de Panza a los escenarios.

-¿Cómo preparaste Matrioska (2018)?
-Fue casi accidental. Tenía algunas canciones hechas para el libro que escribí, Informes desde Villa Estruendo (2015), que incluían las historias de los cuentos. Ahí aparecieron personajes como el luchador de sumo, que se instalaba en la tráquea de la cantante, o las hermanas siamesas, que una se enamoraba de una persona y la otra la quería matar. En ese momento, me inscribí en el subsidio que otorgaba el Instituto Nacional de la Música (INAMU), y así poder grabar un disco. Como el tiempo pasó y no me llamaron, me olvidé y empecé a grabar con otra banda, Pájaros de Fuego. (Pero) Un día, me confirmaron que me daban el subsidio, así que me puse a componer de cero, y en cuanto tuve algunos temas, encontré cierta conexión y coincidencia. Cada uno representaba a un tipo de mujer, a una parte de mi personalidad. Algo que fui o seré. O tal vez era mi vecina, mi hija o mi madre. Estaba todo un universo de personalidades femeninas.

-¿Por qué el nombre remite a la clásica muñeca rusa?
-Me gustaba la idea conceptual, porque conviven distintas personalidades en una sola. Y de repente, emergen: de la tímida sale la asesina y viceversa. Anexo a esto, apareció la idea de la pollera de cartón con cajoncitos, que expresa lo interno y lo externo, lo que guardo y lo que muestro. En vivo comencé a tocar con un mueble de cartón, que inventé, junto a distintos accesorios, que sirven para darle vida a los personajes. De eso pasé a un tablero de ajedrez gigante, luego a un teatro de sombras que se deforman, donde una mujer se convierte en monstruo para terminar siendo dos mujeres. Lo escénico tomó cada vez más protagonismo y se terminó convirtiendo en un show súper teatral. Una cosa llevó a la otra.

-Debe ser un trabajo arduo y que lleva tiempo.
-(Supira) Es agotador. Pero como estoy grande, y no tengo tanto tiempo como antes, me propuse realizar algo que me vuele la cabeza: si necesito el ajedrez gigante, habrá uno (risas). Quizás suene caprichoso, pero siempre existen limitaciones, como un presupuesto. Por eso, cuando tuve el subsidio, me tomé el tiempo para hacer todo. Y así saqué “Dra. Ketamina”, un video que tenía la estructura que quería, o “La policía de la armonía”, que utiliza el vestuario que pensé. Cuando te creerse tu locura, la gente empieza a seguirte.


-También circuló un video adelanto, “Personalidad Múltiple”, en el que además de Hernán “Tery” Langer (Carajo) y Sergio Álvarez (Panza), están Barbi Recanati (ex Utopians), Luciana Segovia (Cirse) e Ignacia, tres exponentes femeninos en la actualidad. ¿Te sentís una referente de ellas?
-Es raro. Me siento más vieja, eso sí, que no es lo mismo (risas). Tal vez muchas mujeres vieron Panza, y dijeron: “Che, que bueno que sea mina y pueda jugársela por esto”. Me cuesta verme como una referente. Tengo miles de contradicciones. Sin embargo, me lo dijeron, ya que hace 20 años que toco. Sin ir más lejos, Luciana me contó que fue a ver a Panza, y yo estaba embarazada, con una panza gigante, y en pleno éxtasis del show, me cuenta que hice la “barrida de poder” (correr y tirarse de rodillas sobre el escenario) hacia ella. Pensó: “¡Uh! ¡Acá sale el pibe!” (risas). Hoy, que ando en mis cuarenta y pico, me siento muy en eje con lo artístico y el discurso. Está viniendo un montón de gente a los shows y eso me pone re contenta, pero estoy en otro momento. Tiempo atrás, necesitaba más de la devolución del público para estar bien. Ahora me alcanza con hacer lo que quiero.

-Te volviste a juntar con el resto de los integrantes de Panza, para hacer un único show en la Usina del Arte, pero tributo de Led Zeppelin. ¿Cómo fue ese reencuentro?
-¡Muy bueno! Fue como es Panza: una banda que siempre hizo lo que quiso. Un productor nos ofreció volver, pero tributando a Zeppelin, en la Usina, un lugar que se suena todo. Fue una experiencia hermosa, encontrarnos, estudiar los temas, aprender a cantar, ya que Robert Plant tiene momentos donde rompe la voz en unos agudos que no están en mi rango. También tuvimos que hacer arreglos en todas las canciones y solo tuvimos un mes. Salió como quisimos, pero por ahora volvimos a las vacaciones del grupo (risas).

-¿Es imposible pensar en una vuelta de Panza?
-No, está todo bien con los chicos. Panza es muy exigente. Requiere un sonido y una precisión de muy alto nivel. La rítmica y los arreglos van cambiando todo el tiempo. Mismo los solos. Teníamos canciones donde las métricas de dos músicos eran totalmente diferentes. Algo que no era natural y que no era para nada simple. Si bien era todo un desafío, ensayar tanto te pudre y te cansa. Dado ese agotamiento, decidimos parar un poco. Era todo o nada. No sé puede trabajar de otra manera. Por eso volver cada cuatro años, es una linda propuesta (sonríe). ¡Qué sea como un cometa que cada tanto vuelve! (Mientras se ríe, imita el sonido de algo que vuela por el espacio).

-Y este domingo volvés a Usina del Arte, pero a presentar tu disco. ¿Cómo preparás el show?
-Será muy pretencioso, trabajé toda la escenografía y con bailarinas, que serán parte del espectáculo. También habrá invitados. Así como en la madriguera de “Alicia en el país de las maravillas”, acá no hay figuras, hay una historia. Quiero que esta presentación sea como la proyección de una película en el cine, donde te metés en otra realidad, y recién cuando salís, te acordás que existís y volvés a tu casa.

*Domingo 13 de mayo en la Usina del Arte, Agustín Caffarena 1 (La Boca). A las 20.

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Entrevista a Luciano Scaglione, de Attaque 77, antes de los festejos por sus 30 años en Obras (27 de Abril de 2018)

Luciano Scaglione: "Attaque 77 fue un grupo que creció con los años"

¡Vuelve a casa! La banda regresa a Obras después de 13 años para culminar los festejos de sus tres décadas de vida.


Un miércoles otoñal de abril llega a su fin como cualquier otro día. En un recinto de Palermo, la cerveza, la pizza, los medios y los músicos se entrecruzan en un ambiente colapsado por las voces, que a esa altura, ya son gritos. De todas maneras, Luciano Scaglione, se relaja en un sillón, y empieza a contarnos cómo lo trata eso de volver al Estadio Obras y su visión personal por este cumpleaños tan especial para Attaque 77.

-¿Cómo surge esta fecha de Attaque en Obras?
-Después de hacer varios shows chicos en lugares donde no nos habíamos presentado nunca y seleccionando a de a tres discos para cada presentación, decidimos darle un cierre grande a esta gira por los 30 años, en un lugar como Obras, que nos dio tantas alegrías.

-Estuvo mucho tiempo cerrado, ¿cómo es volver otra vez al Templo?
-¡Es impresionante! Sé que durante años hubo muchos problemas con los vecinos, pero fue un bajón porque se le quitó al Rock un espacio muy importante. Estaría bueno que se haga todo lo que se puede hacer para que no exista posibilidad alguna de clausura. Nosotros estuvimos yendo para organizar un poco la fecha, y se me vienen recuerdos y momentos de muchas épocas. Desde tocar con los Sex Pistols e Iggy Pop, hasta los festejos por los 15 años, la grabación de nuestro primer disco DVD en vivo, Trapos (2001)... Llegamos a hacer más de treinta recitales en Obras, y tiene para mí una capacidad justa y un sonido estupendo. Si bien nos encanta tocar en todos lados, nos gusta volver con una lista especial, con más de treinta temas y festejando las tres décadas.

-Cuando iniciaron los festejos con los shows temáticos, el video que publicitaba las fechas dejó en los fanáticos el sabor de que la banda tenía un final próximo. ¿Cuánto Attaque 77 le queda al Rock?
-Nunca fuimos de proyectar a largo tiempo. Ni siquiera sabemos qué vamos a hacer cuatro o cinco meses más adelante. Hoy sabemos que en unos meses tenemos una linda gira por Europa, México, Colombia, Perú, y queremos disfrutarla. También vamos a editar nuestro nuevo disco. Podemos tomarnos un parate de tres meses, quizás, seis, quizás un año... Después de 30 años es algo necesario, pero creo que hay Attaque para rato.

-¿El disco nuevo sale editado por Sony Music? 
-Sí, en este momento está en plena mezcla. El álbum sale el próximo mes de mayo y va a ser una continuación del EP Triángulo de Fuerza (2016), que contiene tres canciones. Si bien en un principio iban a salir tres EP, por una cuestión de marketing y logística no se pudo, nos dieron más tiempo, y nos dejaron trabajar más relajados para el nuevo larga duración. Es lindo que salga material nuevo y disfrutar de nuevas canciones.


-Tantos años de carrera hizo que pasara mucho público en sus recitales, ¿cómo ven a sus fanáticos?
-Es algo muy loco porque está lleno de historias de vida. Yo me casé, tuve una hija y hay muchas personas que relacionan su historia con música o hechos de la banda. Es lindo sentir esa compañía a través de los años. Hoy en día, lo difícil es llegar a los más chicos. Es todo un triunfo. Desde que nacieron, el reggaetón y la cumbia les son impuestos y es más complicado que lleguen al Rock. Cuando un fan histórico viene con su hijo, para mí es un éxito total.

-Te llevo al plano personal. ¿Hay algún disco de A77aque que te guste más?
-Personalmente, me gusta mucho Radio Insomnio (2000), que lo grabamos en España, y Un Día Perfecto (1997). Pero todos los álbumes me generan una sensación especial. Más allá de cualquier conflicto que pueda existir en la etapa que se grabó el disco, de la música siempre te quedan los recuerdos lindos. Otro que me marcó fue Todo está al Revés (1993), que fue el primero que grabé en mi vida. Tiene peso propio.

-Y si tuvieras que elegir un disco que haya marcado a la banda en estas primeras tres décadas de vida…
-Mmm… (piensa un rato). Siento que con Amén (1995) hubo un momento particular en el grupo. De alguna manera se marcó una madurez en el sonido, dejando en claro que una etapa había terminado y algo nuevo había comenzado.


-¿Cuál es tu conclusión de estos treinta años?
- Llegar hasta tan largo recorrido, es gracias a todos. Siento que nos ha salido todo bastante bien. No hay nada que arrepentirse. Fueron tres décadas acorde a un crecimiento que estuvo bueno. Los primeros discos fueron más chotos (risas), los que siguieron, un poco mejores (más risas), pero fuimos mejorando en lo sonoro hasta llegar a hoy, que editamos discos que suenan muy bien. Attaque 77 fue un grupo que creció con los años. Eso de “no cambies nunca”, o lo de “me gustaría que hagan un tema como en el año ‘88”, es imposible. No estamos en ese año, no sentimos lo mismo, ni nos pasa lo mismo en nuestra vida. Pero las cosas del Punk Rock no las vamos a perder nunca. Es parte de nuestra esencia, y hasta en los acústicos se puede notar.

-Volviendo a Obras, ¿Cómo preparan la fecha? ¿Alguna sorpresa?
-Estamos invitando a todos nuestros compañeros que alguna vez fueron parte de Attaque. Son como familiares, y queremos que estén todos esa noche. Eso es lo que hace que este show sea especial.

-¿Piensan grabar el show para una posible salida de un DVD más adelante?
-La seguidilla de recitales que hicimos el año pasado están grabados. Para el show en Obras, la idea es la misma, así que habrá algunas cámaras puestas en distintas partes del estadio. Queremos dejar registro del festejo más importante de la banda. Llegar a las tres décadas de trayectoria es muy valioso. Para cualquier persona que forma un grupo, llegar a las tres décadas, es todo un sueño. Crecer, formarte, atravesar tu vida teniendo tu banda de rock, es una alegría enorme y nos sentimos muy agradecidos por eso.

-El estadio está agotado desde hace varios días, ¿tienen pensando hacer otra fecha?
-Sí, pero no ahora. La idea es que antes de fin de año agreguemos otro Obras.

*Viernes 27 en el Estadio Obras Sanitarias, Avenida del Libertador, 7395. A las 18.

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Entrevista a Sebas Mejía, de la banda colombiana Tr3s de Corazón (26 de Abril de 2018)

Mientras hace música incidental para documentales (sic) en su estudio, Sebas Mejía, cantante y guitarrista de la banda colombiana Tr3s de Corazón, se toma un respiro para hablar de todo un poco. El punk, su relación con los Attaque 77 y la gira que harán post Obras.

-¿Cómo es ser una banda punk en Colombia?
-Nuestro país es 100 por ciento tropical, y las grandes emisoras se vuelcan al vallenato o al reggaetón, para demostrar su reinado. El rock no es el género más popular, pero es una lucha diaria en la que se trata de resistir. Viajando por el continente, nos dimos cuenta que todos los grupos tratan de subsistir de las mismas maneras, y no siento que haya una diferencia grande entre los argentinos y los colombianos. La resistencia es la misma.

-¿Ser independientes no les hace todo más difícil?
-Todo lo contrario, nos va mejor. Si bien en algún momento tuvimos un contrato con Universal Music, fue muy complicado porque ellos no tenían ni idea de lo que era una banda de rock. Moviéndonos por nuestro lado, ya sabemos cómo son las maneras, dónde están los circuitos y los contactos. Por suerte, los tiempos cambiaron y ya casi no existen diferencias con las bandas que tienen una disquera atrás. Pero el rock está cada vez más independiente, por eso es importante tener una autonomía muy fuerte.

-¿Cómo hacen con la distribución de sus discos?
-La gran parte de la venta se genera cada vez que el grupo se presenta en vivo. La otra es la venta por Internet. Si bien son menos que antes, en Buenos Aires todavía quedan lugares, a diferencia de Colombia, donde las tiendas de discos cierran cada vez más seguido. Me atrevo a decir que sólo quedan tres lugares en Medellín.

-¿Cómo fue la preparación de Como si fuera ayer (2017), su último trabajo discográfico?
-Es un disco que disfrutamos mucho. Fue una manera de celebrar nuestros 15 años como banda. Tiene un formato doble, con 34 tracks, divididos en cinco EP’s, que incluyen temas nuevos, covers, canciones en vivo y hasta un homenaje a Kraken, una banda legendaria de Colombia. Con este trabajo aterrizaremos en Argentina.


-¿Cómo surge la invitación para tocar en Obras?
-Tenemos una amistad de hace varios años y la invitación se dio de manera natural. Si bien ya tocamos varias veces, nosotros andábamos con ganas de hacer un toque en Argentina, ya que hace mucho no viajamos. Entonces, se lo comentamos a los Attaque, nos ofrecieron la apertura del show y automáticamente dijimos que sí.

-¿Tienen noción de la importancia de Obras para el rock argentino?
-¡Por supuesto! Nosotros crecimos viendo y escuchando conciertos de bandas argentinas, y muchos fueron realizados en Obras. También sabemos que muchísimos grupos internacionales han tocado en ese estadio. Estamos preparándonos mucho para dar un recital digno para tal escenario. Sabemos que las entradas están agotadas y queremos que las miles de personas vibren, porque sabemos que es el es Templo del Rock en Argentina. En ese escenario tocaron los Ramones y ahora abrimos el show de Attaque (piensa y sonríe). Es más que un sueño estar en un estadio tan mítico.


-¿Qué significa Attaque 77 para el punk latinoamericano?
-Es sin duda uno de los más grandes referentes, de las bandas que nos influyó para hacer esto. En el género, ellos y 2 Minutos vienen a ser los papas del punk rock latinoamericano. Si existe una movida, es gracias a los dos.

-Personalmente, ¿hay algún disco de Attaque 77 que te haya marcado?
-Me gustan mucho El Cielo puede Esperar (1990), Angeles Caídos (1992) y Antihumano (2003).

-¿Cómo se preparan el show de Obras?
-Tenemos algunas sorpresas, aunque no las vamos a contar, para que no dejen de serlas (risas). Básicamente, estaremos cuatro sobre el escenario, haciendo un homenaje a esas bandas que tanto nos han influenciado y nos han inspirado. 

-Luego de la fecha, ¿qué les depara el calendario?
-Por lo pronto, nos iremos a Montevideo, Uruguay, para tocar con los Trotsky Vengarán, otro de los grandes referentes de la escena latinoamericana. Y esperamos volver pronto a la Argentina.

*Viernes 27 en el Estadio Obras Sanitarias, Avenida del Libertador 7395. A las 18. 

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Entrevista a Gonzalo Deniz, de la banda uruguaya Franny Glass (05 de Abril de 2018)

Franny Glass: "Es el show más importante que hacemos en Argentina"

La banda uruguaya se presenta hoy en La Tangente y su líder, Gonzalo Deniz, habla de Desastres Naturales, un disco completamente distinto a los anteriores. 


Sentado en un banco de madera, la locura palermitana contrasta con la paz que transmite Gonzalo Deniz, el cantautor uruguayo que comanda Franny Glass. Los premios que tiene en su haber solamente son un pequeño reconocimiento a una discografía por demás recomendable e innovadora. El amor por tocar y componer se siente desde las primeras palabras que se intercambian con el músico, y Revista El Bondi no podía perderse de hablar con él.

-¿Cómo fue la preparación de Desastres Naturales (2017), el último disco de la banda?
-Todo nació con la idea que sea totalmente diferente al anterior, Planes (2014). En ese trabajo mi búsqueda fue más bien hacia una estructura convencional de la canción pop, el tema perfecto, estribillos con repeticiones de letras. En cambio, a la hora de componer Desastres Naturales deconstruí las canciones como si fueran las piezas de un puzzle, para así encontrar la expresividad por otro lado. Si bien en un principio iba a tener un formato acústico, decidí armar una banda que no siguiera esa idea rigida, de “cada músico toca un solo instrumento”, sino que entre ellos roten y se inserten en las canciones con otros instrumentos que no sean los habituales, y aporten otra armonía a los temas. Por eso hay canciones donde el baterista toca el bajo o el tecladista la trompeta. De esta manera, los músicos estaban al servicio de las canciones y no al revés, como suele ser.



-¿Cuáles son los desastres naturales que le dieron el nombre al disco?
-Fue una canción que quedó afuera del álbum. Hablaba de la capacidad que tiene el ser humano para crear cosas complejas, maravillosas y con mucho potencial, pero que a la vez tiene la misma condición para arruinarlas. Con el correr de las grabaciones, me di cuenta que había mucho de eso en las canciones. No se trata de ciclones o maremotos, sino de los desastres que nos provocamos a nosotros o a nuestro entorno.

-¿Hay alguna canción que defina al disco?
-“Mientras el viento sopla afuera”, que la hice pensando en la funcionalidad grupal, sabiendo de qué hablaban los canciones que formarían parte del larga duración y cómo sería el nombre. Es como si fuera un tema que miró todo desde afuera. La letra ya tiene un concepto instalado y, en lo musical, tiene esa faceta más pop, pero que resume toda la experimentación que contiene Desastres Naturales.

-¿Qué representa este disco para vos?
-Es un trabajo muy libre. Conviven muchos discos dentro de él. Me gusta hacer álbumes más bien homogéneos, y este tiene un poco de mi primera etapa de composición, con letras más extremas, otro poco de canciones convencionales, que aparecen sobre el final. Además, cuenta con invitados que participan en temas que ni siquiera canto. Aunque siempre apunté a discos redondos, geométricamente este tiene una forma más irregular. Pero me gusta, porque fue así a propósito. De alguna manera, es mi trabajo más arriesgado. En Planes había encontrado una forma en la cual me sentía muy cómodo, y quise romper eso.

-Este viernes te presentás en La Tangente, ¿cómo preparás el show?
-En marzo lo presentamos en Montevideo, así que tenemos el repertorio armado, con el mismo grupo que grabó el disco. Vamos a tocarlo entero, y daremos un repaso por toda la discografía. Algunos temas serán con la banda, otros en formato acústico, la manera en la que más veces toqué por estos pagos. Vamos a contar con la presencia de Josefina Mac Loughlin, la cantante de Nubes en mi Casa, que participó en Desastre Naturales, y abrirá la noche Diego Martez con su guitarra. El entusiasmo es muy grande porque es el show más importante que hacemos en Argentina, tocando más tiempo de lo habitual. Esta vez todo es más extenso. Es una linda manera de reencontrarnos con la gente que sigue el proyecto.

-Y después de esta fecha, ¿cómo sigue el año?
-El sábado nos presentamos en La Plata junto a Diego Martez y su banda, para terminar de alguna manera el tour rioplatense del disco. La idea es llevarlo a mitad de año a Chile y/o Brasil. Pero lo más inmediato es que la próxima semana grabaré con El Astillero, un proyecto que tengo junto a otros dos compositores, Diego Presa y Garo Arakelian, nuestro segundo trabajo. También hay planes de grabar con Mersey, mi banda original, la que empecé con mis amigos de toda la vida, y que si bien grabamos de forma espaciada y no tocamos tanto en vivo, siempre estamos en actividad, componiendo. Probablemente, para fin de año trabajaré en el nuevo disco de Franny Glass. Tengo pensado seguir trabajando de manera intensa en cada proyecto.

*Viernes 6 de abril en La Tangente, Honduras 5371. A las 21.

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Publicada en Revista El Bondi:
 
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Entrevista a Lucas Espina, percusionista de Kevin Johansen & The Nada, hablando sobre su álbum debut "Sentado en el Muelle" (07 de Marzo de 2018)

Lucas Espina, música entre amigos

Percusionista en The Nada, la banda que acompaña hace casi dos décadas al cantautor Kevin Johansen, acaba de publicar su álbum debut, Sentado en el muelle, una celebración a la intimidad.

 
Un día de semana de verano. El calor invade la ciudad y, sentado en Plaza Serrano, Lucas Espina,percusionista de The Nada, la banda que acompaña hace 18 años al cantautor Kevin Johansen, espera por ser entrevistado. De lejos, transmite esa paz que sólo los que viven lejos del ámbito urbano poseen. De cerca, la historia de la concepción de su disco debut, Sentado en el muelle (2017), es de esas que emocionan y llenan de orgullo por ese humano que se atrevió a algo más y lo consiguió. El nombre del grupo que comanda es Espina, como su apellido, el mismo que más de una vez criticó por no gustarle. Con los años (y con un perruno amigo que llevaba el mismo nombre) comprendió que una espina es una protección, algo distinto, que molesta, pero que siempre está ahí, dando que hablar. Lucas no quería pasar desapercibido, y supo que si no se arriesgaba, no iba a ganar. Por eso, cuando juntó el valor necesario, sacó su primera producción.

-Antes de hablar de tu disco solista, es necesario saber que te fuiste de la Ciudad de Buenos Aires a vivir al Delta del Tigre. ¿Por qué tomaste esta decisión?
-Se fueron dando varios factores que me llevaron a tomar ese cambio tan drástico. Por un lado, un amigo vive hace mucho allá, y cada vez que iba, medio que me “internaba” y me quedaba por varios días. Esto hizo que conociera a muchísima gente que vive en el Tigre, sus historias. Estando allá, me di cuenta que empecé a conectar con la escritura y con mis instrumentos de percusión, pero de una forma más libre. Sin dudas, el click fue la vuelta de un viaje que hice a Perú, por trabajo, allá por 2015. Al volver, me di cuenta que Buenos Aires había cambiado.

-¿Qué cambio sentiste?                                                             
-Lo económico fue algo muy fuerte. En tan sólo un año, la situación se había puesto muy tensa. Me tuve que ir a la isla, a buscar algo momentáneo. Justo me contacté con un amigo que ahora vive en Europa, y me pidió cuidar y arreglar su casa. Era mi momento para irme. Siento que la vida en el Delta es un mundo aparte. Yo lo comparo con la tierra de Peter Pan: tengo mi movida, amigos, músicos con los que toco, espiritualmente me alimenta mucho. Últimamente, vengo acá para hacer estrictamente lo que te avasalla a diario la ciudad: pagar los impuestos, las corridas, los horarios. A la isla voy para entrar a ese otro lado, donde puedo estudiar, componer, buscar y encontrar ese silencio que a veces es tan necesario.


-Ahora que te conocemos un poco más, hablemos de Sentado en el muelle...
-Hace tiempo que tenía las canciones dando vueltas en mí. De hecho, antes de partir, tenía los bocetos de varias, que nunca terminaba de cerrar. Allá, el disco fluyó solo y lleva consigo la metáfora, la paz y la paciencia de componer en total estado de tranquilidad. También esa tercera persona latente que me hace ver las cosas desde otro lugar a pesar de ser un álbum que habla mucho de mí. Sin ir más lejos, abre con “Siento”, que la hice en un momento donde los medios informaban sobre muchos casos de femicidios; y luego de hablar con amigas o ex parejas, me di cuenta que uno como hombre está mal aprendido en muchas cosas. Obviamente, no llegando a un extremo, pero pude sentir en carne propia la injusticia en la que se vive, y eso me pasó estando en allá, como estando afuera de la sociedad. Estuve muy enojado esos días porque un caso me tocó muy de cerca, y pude notar con que simpleza vemos que desaparece una chica, y aparece días después, asesinada de una manera atroz. Como sociedad estamos muy enfermos, y me dolió ver que yo también lo estaba, porque también soy parte de ella.

-¿Fue grabado íntegramente en el Delta?
-No, fue un poco allá y un poco acá. Para la producción del disco tuve mucho apoyo de amigos, sobre todo de Maximiliano Padín, que toca conmigo en los The Nada, la banda de Kevin Johansen. Siempre que compartía mis canciones, todos se copaban y me decían que le gustaban, pero finalmente fue en el estudio de Maxi que definí muchas de ellas. Hubo temas que grabamos mano a mano con él, de a poco, metiendo después algunos samplers. En otros nos poníamos de acuerdo de a quién invitar, como cuando lo llamamos a Juan Alvárez, bajista y mano derecha de Kevin. Mismo con las participaciones del artista Ruli Cazabet, la cantautora Cata Raybaudy el tecladista Pedro Onetto. También una banda que se llama Los Igualitos, que son mendocinos y comparto muchas cosas, hasta Gonzalo García Blaya, un ex bajista de Kevin, con el que toqué muchos años. Realmente me di el gusto de incluir en las canciones a los amigos que la música me dio, y es algo muy representativo para mí.

-¿Por qué decidiste ponerle ese nombre? ¿Qué significa el muelle para vos?
-Fue la base de todo el final del disco. Paso mucho tiempo ahí, porque lo siento como un lugar muy meditativo. En algunos momentos del día, el agua sube y otras veces baja, existe esa ambigüedad donde los inviernos son más crudos pero en verano te tirás de cabeza en ella. Estar en el muelle para mí es no estar en ningún lado específico: no estás ni en el agua, ni en la tierra, sino que estás en el aire. Esa situación es la que me lleva  a mí a ver las cosas desde otro lado.

-¿Sentís que alguna canción defina el concepto del disco?
-Es muy difícil. Si bien “Sentado en el muelle” podría dar una idea, existe un concepto en todo el álbum que me hace sentir que estoy en una especie de Babilonia, alejado de todo lo oscuro de la ciudad. Allá estoy mucho tiempo descalzo, en total contacto con el pasto, el barro, el agua, y es una sensación hermosa. Por eso trato de no venir tan seguido, para no pisar tanto el pavimento que te aleja de todo.

-La tapa también te tiene a vos acostado en el muelle, ¿fue una idea tuya?
-En realidad, es una pose de yoga, ya que soy instructor y doy clases en la isla. La foto la tomó una amiga de allá, Silvia Sergi. Ella retrata mucho las islas, capta los momentos de las cosas, de los seres y sus imágenes muestran una esencia muy personal. Sin ir más lejos, hace un tiempo atrás hizo una muestra llamada “Los Venidos”, sobre personas que nos habíamos ido de la ciudad a vivir al Delta, donde  podías encontrar a ese que se iba a la oficina en lancha o los que cortan madera. La foto que finalmente elegimos para el disco me parecía muy auténtica, muy impersonal, muestra mi espalda, pero a la vez es muy confusa. No quería la típica tapa demagógica donde el artista dice lo que hay que pensar. El mensaje tiene que venir de la música, la letra, el verbo y no tanto de la imagen.

-Estás trabajando en una segunda parte ya…
-¡Sí! Me quedaron afuera, por lo menos, 15 temas y muchísimas ideas que fueron surgiendo en esta última etapa. Decidí juntarme con Juan Álvarez, y potenciar las ideas de ambos a la hora de grabar y componer. En el disco hicimos juntos “Mirándote” y terminó quedando muy bueno. Ahora se puede decir que estamos amasando este segundo álbum y estaremos presentando algún temita nuevo este jueves, en La Tangente. Pero si sale editado, será el próximo año. Este va a ser para afianzar el vivo, viajando por el interior y países limítrofes.

-Hablando de eso, ¿cómo encarás la fecha del próximo jueves en La Tangente?
-Espina es un proyecto que me genera algo muy importante a nivel personal. Si bien sigo trabajando con Kevin, esto generó un crecimiento muy grande a nivel compositivo, y el show tiene que estar a la altura. Me gusta estar al frente y dirigir desde otro lado: con Kevin es más la onda cantautor y la banda, y lo que yo pretendo y me gusta mucho es el concepto de grupo. O sea, el partido lo vamos a jugar entre todos y si bien hay uno que es el capitán, hay otro que es el que hace los goles, y hay otro que ataja. El laburo es en equipo. Mi idea era la de sacar a mis amigos de atrás y ponerlos adelante.

-¿Cómo será la puesta en escena?
A nivel show, voy a utilizar varias visuales porque La Tangente es un lugar que está muy bien diseñado para el músico. Tiene muchas comodidades. Tengo varios invitados, como Ki Javier, que es un rapero del interior que conocí en una fiesta Jam, y con el que hemos compartido grandes momentos. También van a acompañarme los The Nada, Cata Raybaud, Malena Rod, Ruli Cazabet, el DJ Francisco Di Gianni, el pianista Demian Schwarcz, que logré sacarlo del concierto para ponerlo a tocar música contemporánea, y obviamente Kevin, que viene a dar su aporte. Además, vieneTuri Beguet, un compositor que me gusta mucho y va a estar presentándose en un set previo al mío.

-Casualmente ese día es el día de la mujer…
-Sí, para mí es un día muy importante. Por esa razón, voy a tener de invitada a “La Tana” Carolina Lanuzzi, que va a realizar una especie de monólogo, ya que está muy bien orientada sobre el tema del feminismo. Me gusta la idea de que una chica hablé desde su lado, con todo lo que está pasando ahora, y de temas como la legalización del aborto y los derechos que necesita la mujer. Personalmente, en el #8M quiero conmemorar a todas las mujeres. Sobre todo pedir por la reeducación del hombre, porque la mayoría nacimos en casas muy patriarcales, con una educación muy confusa, y recién ahora estamos aprendiendo a volver a vivir, a respetar, a entender lo que es la igualdad. Son conceptos muy importantes que se están dando de una manera muy radical, y uno puede estar a favor o en contra de muchas cosas, pero para que sirva muchas veces tiene que ser así, y esta postura muy feminista es válida para mí, ya que es necesario que haya un cimbronazo y que nos haga decir: “¡Epa! ¿Qué pasa acá?”. Me siento parte de todo esto y soy consciente de que aún queda mucho por hacer, pero me gusta estar en ésta época del mundo y ver el cambio.

*Jueves 8 de marzo en La Tangente, Honduras 5317. A las 21.

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